domingo, 11 de agosto de 2013

Los hilos del amor

Hoy también hablaremos de mitología, pero esta vez no será de mitología griega o romana, sino japonesa. Desde hace unos años el mundo de los japoneses ya no nos suena a "chino". El sushi se ha vuelto una de nuestras comidas favoritas, nadie se escandaliza ya por comer pescado crudo y incluso muchos se atreven a hacerlo en sus casas (aunque no suelen conseguir el resultado deseado y una de dos o acaban comiendo sushi flácido o  marcando el número de su restaurante japonés favorito para que les traiga dos raciones de maki variados). No solamente nos hemos acostumbrado a su comida, sino también  a sus dibujos animados, pido disculpas a todos los amantes del anime por referirme a ello como dibujos animados, pero creo que los anime japoneses son la burguesía  de los dibujos animados, se creen superiores a todos los demás, ellos pueden ser una inocente serie de dibujos para niños o una tórrida historia de amor para los espectadores más maduros. Mickey y Minnie nunca pudieron tener hijos porque estaban encasillados en ser dibujos para niños, nunca podían pasar del primer beso. 

En fin, volviendo al tema que nos interesa, hoy hablaremos de Orihime ( en japonés 織姫, princesa tejedora), la hija de Tentei (en japonés 天帝, rey celestial). La princesa Orihime tejía telas preciosas a orillas de la Via Láctea (en japonés 天の川, Amanogawa), a su padre le encantaban estas telas y ella trabajaba día y noche para complacer a su padre. Orihime estaba ocupadísima con sus telas hasta que un día conoció a un  apuesto pastor de bueyes llamado Hikoboshi (en japonés 彦星), que vivía al otro lado de la Via Lactea y también era adicto a su trabajo. Nada más verse se enamoraron, ya estamos acostumbrados a que en la mitología el proceso de enamoramiento dure un máximo de siete segundos,  y como no, al poco tiempo se casaron. Los dos jóvenes estaban tan y tan enamorados el uno del otro que ambos se curaron de su adicción al trabajo, es decir descuidaron totalmente sus respectivas labores. Orihime ya no tejía y esto provocó que el rey de los cielos, recordemos que era su padre, y todos sus amigos del cielo se quedasen sin vestidos que ponerse. Hikoboshi también descuidó a su ganado, el cual terminó desperdigándose por el cielo. Esta situación enfureció mucho a Tentei, su trabajadora hija se había convertido en una holgazana. Como castigo, el rey del cielo decidió separar a los dos amantes, uno a cada lado del Amanogawa, es decir, la Via Láctea, es importante aclarar que los japoneses entendían la Via Láctea como un gran rio de estrellas, por tanto los amantes estaban condenados a vivir separados por este gran rio estrellado. La princesa Orihime, muy deprimida por la separación de su esposo, rogó a su padre entre lágrimas que la perdonase y les permitiese volver a verse, y Tentei, conmovido por las lágrimas de su hija, le prometió que les permitiría reunirse una vez al año, el séptimo día del séptimo mes, siempre que ella trabajase con dedicación todo el resto del año y tuviese listo su trabajo para entonces, Tentei no quería arriesgarse a volver a quedarse sin vestidos que ponerse.





Sin embargo, la primera que vez que los amantes intentaron verse, se dieron cuenta que no podían cruzar el Amanogawa, ya que no había ningún puente. Orihime disgustadísima empezó a llorar desconsoladamente hasta que una bandada de urracas vino en su ayuda y le prometieron que cada año harían un puente con sus alas para que pudiese cruzar el río, siempre y cuando no lloviese. Por tanto si un año el ese día esta lloviendo, las urracas no pueden venir y los dos amantes tienen que esperar hasta el año siguiente.

 Bonita historia ¿verdad? Pues bien, no es difícil transportarla a nuestros tiempos ¿quién no ha tenido un amigo que lo ha dejado todo por amor? Dejando a un lado el cliché romántico, la mayoría de veces no es tan bonito como parece el dejarlo todo por amor, hay gente que como Orihime deja a un lado todo lo que era su vida, la princesa deja atrás sus telas, mientras que muchos otros  van mucho más allá y cortan los hilos que los unen al tejido de su familia o amigos. ¿Porque no podemos añadir otro hilo a nuestras vidas sin tener que cortar los que llevan ahí desde siempre? Algunos lo consiguen por si mismos, pero otros necesitan un Tentei que los castigue y les haga darse cuenta de que con un solo hilo no se puede tejer una tela. Necesitamos los hilos de nuestros amigos de siempre, de los nuevos, de los que solamente son conocidos, de nuestros familiares más cercanos, de los más lejanos...  ¿Porqué a veces nos es tan difícil incorporar hilos nuevos sin cortar los viejos?