miércoles, 7 de mayo de 2014

Los palitos de cangrejo y el amor

Es curioso cómo a veces nos resulta casi imposible establecer cuando una actividad se ha convertido en algo habitual y popular. Por ejemplo, ¿alguien recuerda la primera vez que alguien le habló de un programa para enviar mensajes gratis llamado whatsapp? Ya sé que algún lector con memoria de elefante podrá citarme el día, hora y lugar pero apuesto a que el resto no puede recordar ese momento. Bueno, pues hace unos días se me desempañaron los cristales del corazón y vi algo que me hizo pensar. La mayoría tenemos una gran falta de azúcar en nuestras vidas. Me refiero al azúcar de donde salen los besos, las caricias, los abrazos y algunas miradas . Ese azúcar que otros llaman amor. Parece que estamos cambiando ese azúcar por sucedáneos en forma de emails, whatsapps, comentarios y me gusta. Y me pregunto; ¿ y qué pasa si  nos pasa con el amor lo mismo que con los palitos de cangrejo? Ya nadie recuerda como sabe un cangrejo, querido lector que recuerdas el día en que te hablaron del whatsapp sé que también recuerdas perfectamente el sabor de un cangrejo e incluso quizás tienes uno entre los dientes mientras lees esto, pero a todos los demás ¿cuándo fue la ultima vez que saboreasteis un cangrejo? En cambio, los palitos de cangrejo, o surimi para los modernos, inundan nuestros supermercados y neveras. Nos hemos acostumbrado tanto a ellos que incluso nos parece que están buenos. ¿ Y si un día olvidamos cómo es una sonrisa real y nos conformamos simplemente con un emoticono sonriente? ¿Y si acabamos prefiriendo vivir con la cabeza agachada en vez de levantar la vista y mirar a los ojos a quien tenemos delante? ¿Y si todo esto nos lleva a tener el ordenador actualizado pero el corazón lleno de virus?

Confío en que  todos añadamos una pizca de azúcar, como decía la siempre sonriente Mary Poppins, a nuestras ensacarinadas vidas para que todo sepa mejor. No es necesario que al acabar de leer este pequeño articulo tiremos el ordenador o el Smartphone por la ventana sino que demos todos los besos, abrazos y caricias que tenemos guardados en la recamara del corazón. Todos podemos coger un paño y limpiar los cristales de nuestro interior para intentar ser más humanos con los que nos rodean. Y sonreír pase lo que pase como la mierda de whatsapp, que pese a ser una mierda maloliente nunca pierde la sonrisa.